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Por qué Cali y el Valle

Columna de opinión escrita por Alfredo Carvajal para el periódico El país. Ver artículo original.


Cali está situada en un punto geográfico privilegiado. Tiene un cordón umbilical con Buenaventura que le ha permitido convertirse en el puerto seco más importante del Pacífico. Hoy el mar del futuro, como lo fue en el pasado el Atlántico. El mayor crecimiento económico acontece en el Asia. No se trata únicamente de China, es también el Japón, Corea del Sur, Singapur, India, etc. Suspender abruptamente, mediante bloqueos, el comercio con este continente, y lo que se transporta entre el litoral Pacífico del nuestro, traumatizó el país; el comité del paro lo prohijó.


La ciudad ha tenido mayormente un crecimiento exógeno, en razón a la abundante migración. Somos una ciudad cosmopolita, donde confluyen personas de múltiples regiones, superada únicamente por Bogotá. El mayor número proviene del litoral Pacífico pauperizado, por cuyo motivo tenemos la mayor población de afrodescendientes del país. Un tío mío decía que Cali no crecía se hinchaba, se trata de un desarrollo enfermizo. La mayor parte de los inmigrantes buscan bienestar y oportunidades, que se les niega en su lugar de origen.


La ciudad carece de los recursos necesarios para poder integrar este flujo migratorio de manera adecuada. No somos Bogotá. Necesitaríamos contar con un presupuesto público muy superior al actual y con su sector privado mucho más maduro y fuerte del que tenemos para poder ofrecer suficientes oportunidades de empleo y emprendimiento. El presupuesto de Cali es $3.7 billones mientras el de la Capital asciende a la suma de $23.9 billones. La suma de los presupuestos de Medellín, Barranquilla, Cali, Bucaramanga y Cartagena tan solo llega a ser 75% del de Bogotá.


Por supuesto, Cali y el Valle, en especial Buenaventura, “la metrópoli colombiana del Pacífico” son un caldo de cultivo del descontento social. No somos capaces de satisfacer las demandas de los inmigrantes, sumados al normal crecimiento endógeno poblacional. Se frustran las esperanzas de los jóvenes. Como si fuera poco, el Alcalde de Cali desestimó lo que se venía haciendo en el aspecto social.


En Colombia existen brechas económicas intolerables que deben minimizarse, como lo venimos diciendo desde estas columnas, hace no poco tiempo. Una de las herramientas para tal fin es la tributaria, otra la desconcentración presupuestaria de la Capital y la inversión social. Se requiere mayor sensibilidad social de nuestros ministros de hacienda y un mayor énfasis en el empleo, el mayor reclamo de la juventud.


No es de extrañar que Cali y el Valle llevaran la peor parte del vandalismo y los bloqueos en este mal llamado paro. Hubo más enfrentamientos con la Policía, destrozos de bombas de gasolina, destrucción de las estaciones del MÍO, quema de sus buses, incendio de edificios, asalto a los supermercados que manifestaciones pacíficas. La anarquía superó la del resto del país.


Cómo iba a ser diferente, si a las razones inicialmente expresadas, el Arzobispo de Cali manifestó que los bloqueos eran instrumentos lícitos en las negociaciones y les pidió perdón a los indígenas por el comportamiento de la ciudadanía, durante su “amable estadía” y el Alcalde admitió que el vandalismo lo había superado. No obstante, posteriormente produjo un decreto de su autoría tratando de limitar el accionar de las fuerzas del orden para despejar los bloqueos.

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