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Elecciones en octubre

Columna de opinión escrita por Gustavo Moreno Montalvo para el periódico El País. Ver artículo orginal

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Habrá elecciones en octubre para escoger gobernadores y diputados, alcaldes y concejales. Para Cali y el Valle el asunto puede ser estéril: no hay consenso entre lo privado y lo público en formulación de visión compartida de ciudad región, ni estrategia para insertar a Buenaventura en la economía de la cuenca del Pacífico. Se ha avanzado con la identificación por la Cámara de Comercio de Cali de clusters productivos con ventajas comparativas y con el trabajo que adelanta ProPacífico para impulsar de manera ordenada el desarrollo de la región, pero ello no se traduce todavía en planes de inversión pública en educación e infraestructura. En la lucha electoral para alcalde de Cali puntean Jorge Iván Ospina y Roberto Ortiz, ninguno de los cuales ha manifestado respaldo a las tareas que se han llevado a cabo en educación en todo el período de Armitage, bajo la dirección de Luz Elena Azcárate, y en seguridad en el último año con Andrés Villamizar desde el Gobierno Municipal, en coordinación con la Policía Metropolitana. En la pugna departamental la posición de Clara Luz Roldán, del resorte de la actual gobernadora Dilian Francisca Toro, parece inalcanzable. Por supuesto es mucho más importante la elección municipal, pues el ordenamiento constitucional limita mucho el papel de los departamentos. Esto preocupa porque suele haber muchas tareas necesarias para el desarrollo regional en los frentes económico, social y ambiental que desbordan el ámbito de municipios, e incluso de los actuales departamentos. Otro problema del diseño institucional colombiano que inhibe la efectividad de alcaldes y gobernadores es la falta de sincronía en los planes de desarrollo del país, de una parte, y de departamentos y municipios: ambos se formulan para cuatro años de manera estática, sin revisión anual y sin horizonte de largo plazo. Como los períodos de los gobiernos nacionales están desfasados con los de los gobiernos de departamentos y municipios, los alcaldes y gobernadores hacen sus planes cuando el Gobierno Nacional ya va a mitad de camino. Así las cosas, es muy improbable que los objetivos de Nación y municipios, y los proyectos de inversión correspondientes, coincidan. Esta circunstancia se agrava por la ausencia de verdaderos partidos políticos, que formulen propuestas consistentes y de largo plazo, y canalicen los recursos para la financiación de campañas, de manera que los electos no tengan compromisos con los aportantes. En Medellín y Barranquilla hay continuidad en las políticas públicas, en la primera porque hay visión compartida de ciudad región, y en la segunda porque hay una dinastía política en el poder, con resultados visibles, así sea con elevado endeudamiento público. Todo el país tendría otros resultados si el diseño de los procesos públicos nacionales no impulsara la mala calidad del gasto y la corrupción, pero hoy Cali y Valle se pueden organizar mejor para avanzar hacia el desarrollo integral y sostenible, como lo han hecho otras regiones. Se necesita articulación entre el sector público, el empresarial, las entidades sin ánimo de lucro y la academia. Se ha avanzado, pero falta el paso decisivo: el compromiso de todos. ¿Cabe esperar?


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