Compartimos la columna de opinión escrita por Mario Fernando Prado para el periódico El País. Para ver el artículo original presione el siguiente enlace: Ver artículo
Los oscuros nubarrones que se avistan en torno al futuro del MÍO nos deben llevar a una determinación unánime por parte de los caleños: salvar el Sistema de Transporte Masivo de nuestra ciudad.
Ya no hay tiempo para llorar sobre la leche derramada en torno a si este fue el sistema óptimo para el transporte público de Cali por encima del metro ligero, utilizando la carrilera que atraviesa la ciudad y que sigue ahí llenándose de invasores y de maleza, ni tampoco colocar en el banquillo a los no pocos gerentes que metieron las patas e hicieron las cosas al revés.
El hecho es que el MÍO está en cuidados intensivos y si no se hace un esfuerzo por sacarlo adelante va a fracasar, constituyéndose en el lunar más grande en la historia de Santiago de Cali.
Mientras que por una parte se inaugura la terminal del Paso del Comercio y se está terminando de reparar la de las Universidades que los vándalos semidestruyeron, por otra parte la Administración Municipal no sabe ya qué inventarse para inyectarle recursos de manera urgente e inaplazable.
Se trata de una lucha en la que el Gobierno Nacional no nos está acompañando, aunque es bien sabido que si los sistemas de transporte masivo no tienen un subsidio del Estado es casi imposible que salgan adelante. Es preciso entonces un “todos a una” que permita que subsista lo que debería ser un orgullo para los caleños y no la vergüenza a la que estaría condenado el MÍO en caso de colapsar.
La consigna no puede ser otra que realizar una gran campaña para incentivar el uso de los articulados y sus alimentadores. Para ello se requiere que los operadores y/o el Sistema pongan en circulación, con las rutas y los horarios con mayor demanda, los buses para movilizar 900 mil pasajeros diarios, compitiéndole así al transporte pirata con calidad y eficiencia.
De lo contrario y de no existir la posibilidad de que se le inyecte un dinero proveniente del bolsillo de los caleños o del presupuesto municipal vamos a seguir dándole vida artificial, a lo que ojalá no se convierta en un cadáver insepulto.
Es una tristeza advertir que los caleños no quieren al MÍO. Muestra de ello es el deterioro de que están siendo objeto los buses y las estaciones, deterioro que avergüenza a la ciudad que ostentó el título de ser la más cívica de Colombia.
Resulta también increíble que no se haya hecho una campaña de fidelización, tal y como sucedió con el Metro de Medellín por el que los paisas sacan pecho y lo tienen como una tacita de plata.
Ojalá el Concejo en su sabiduría atienda de manera responsable el angustioso llamado que le está haciendo el Alcalde y se pongan de acuerdo para procurarle al MÍO la platica necesaria para darle un último aire al que a pesar de estar en cuidados intensivos aún puede salir adelante.
Es ahora entonces cuando se hace indispensable abanderar un “todos por el MÍO” o de lo contrario, insisto, lloraremos como mediocres lo que no fuimos capaces de defender como caleños.